MARIAN PIDAL
'BILLY WILDER, EL ESCÉPTICO'
BILLY WILDER
Lúcido, ingenioso,
cáustico. Así era Billy Wilder, director, guionista y productor brillante y
asombroso como pocos. Casi único en su especie.
Nacido en tierras del imperio
austrohúngaro el 22 de junio de 1906, falleció el 27 de marzo de 2002 en California
sin satisfacer el deseo con el que a menudo bromeaba: cumplir 104 años. La biografía
de Wilder es un guion fascinante. Miembro de una familia judía acomodada, conoce
los entresijos del Berlín artístico e intelectual de los años treinta.
Billy,
de nombre verdadero Samuel, se mueve en los laberintos alocados de los cabarés
de moda y, para decepción paterna, se introduce en el periodismo hasta dominar las
entrevistas, los reportajes deportivos y las crónicas de sucesos. De esta etapa
conservará experiencias que volcará en algunos de sus filmes más genuinos.
Las
circunstancias políticas fuerzan su traslado a Francia. Allí exhibe sus dotes
de bailarín, escribe y trabaja como cineasta. Es un superviviente y como tal se
aferra al sueño americano estableciéndose en Estados Unidos, el país que le
concedería una nueva nacionalidad.
Wilder
forja un carácter corrosivo. Observa la realidad a través de una lente que
aumenta las miserias humanas que corrompen las almas. Casi nadie es lo que
parece, piensa, y el escepticismo y la incertidumbre son parte indisoluble de
su personalidad. No quiere llenar las pantallas únicamente de personajes
trágicamente deshilachados y procura conceder un espacio a la comedia y al
divertimento. Ahí nace el Wilder inverosímil que alterna la crudeza y la placidez;
el genio de la dualidad que se agiganta al lado de guionistas grandiosos como Brackett
y Diamond.
'EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES'
Aunque Wilder sabía que una vez encontrada la veta
había que explotarla hasta el agotamiento, como Hitchcock, creía que su carrera
necesitaba diversificarse invirtiendo talento y dinero incluso en producciones incómodas
o políticamente incorrectas.
En el drama social fue demoledor: 'El crepúsculo
de los dioses', 'Perdición', 'Días sin huella', 'El gran carnaval', 'Testigo de
cargo'. En el cine de evasión convenció: 'Cinco tumbas en El Cairo', 'El vals
del Emperador', 'La vida privada de Sherlock Holmes'.
Y en la comedia deslumbró: 'Sabrina', 'Ariane', 'En bandeja de plata', 'Primera
Plana'. Fue precisamente en la comedia donde Wilder trabajó con descaro y
esquivó la censura recurriendo al enredo superlativo. Hizo que la mujer mundana
fuese una niña en 'El mayor y la menor'; el honrado oficinista escondió un
alcahuete en 'El apartamento'; el comunista radical pasó por capitalista feliz
en 'Un, dos, tres'; el proxeneta fingió ser aristócrata en 'Irma la dulce'. Nada
comparable al uso del disfraz que Wilder empleó en el delicioso disparate 'Con
faldas y a lo loco', una pieza maestra que concilia el cine negro, la comedia y
el musical. Protagonizada por Tony Curtis, Jack Lemmon y Marilyn Monroe,
contiene secuencias gloriosas centradas en el hampa, la Ley Seca, las orquestas
de señoritas, los ricos ociosos y el travestismo.
Curtis interpreta los papeles
del saxofonista Joe, la cándida Josephine y el heredero de la Shell. Lemmon es
su amigo contrabajista y la vital Daphne, dispuesta a comprometerse con un millonario
maduro. Marilyn es la rubia ingenua y sexy víctima invariable del desamor.
'EN BANDEJA DE PLATA'
La cinta es una obra de arte total. El guion,
magistral, contribuye al ritmo trepidante que atraviesa el metraje. La banda
sonora, magnífica, contiene temas tan inspirados como 'Runnin’ Wild', 'I’m Thru
With Love' y el inolvidable 'I Wanna Be Loved By You', interprtados por
Marilyn. El espléndido vestuario de Orry-Kelly se alzó con el Oscar pero Billy
no pasó de las nominaciones a la mejor dirección y al mejor guion adaptado. Los
miembros de la Academia compensarían a Wilder un año después. 'Nadie es
perfecto', que diría Osgood Fielding III.
'CON FALDAS Y A LO LOCO'
'BILLY WILDER',
SAMUEL WILDER,
22-VI-1906, Sucha, Austria/
27-III-2001, Hollywood, Estados Unidos.
Director, guionista, productor y periodista.
El texto que acompaña a este artículo fue publicado por MARIAN PIDAL en 'El Comercio', periódico de España.
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