sábado, 28 de mayo de 2022

BIOGRAFÍAS: EDITH PIAF, LA MÔME.


EDITH PIAF,
ETERNA
MARIAN PIDAL

'EDITH PIAF, EL GORRIÓN DE BELLEVILLE'

 
EDITH PIAF

La vida de Edith Giovanna Gassion, universalmente conocida como Edith Piaf, es enigmática incluso muchos años después de su desaparición.

Según la placa que luce en un muro de la calle Belleville de París, Edith nació en la escalera del portal número 72 un 19 de diciembre de 1915. Algunos testigos refutaron el dato asegurando que vio la luz en el Hospital Tenon, cerca de la humilde casa familiar.

EDITH NIÑA

Sobre su muerte se barajan dos fechas que ni Danielle Bonel, su secretaria, ni Théo Sarapo, entonces su marido, quisieron aclarar. Puede que muriese el 10 de octubre de 1963 en Plascassier; que Théo metiera clandestinamente el minúsculo cadáver en un coche y que condujera hasta París para dar como data oficial del deceso el 11 de octubre; por cierto, el mismo día en que murió Jean Cocteau, uno de los mejores amigos de Edith.

EDITH PIAF

Dudas, controversias y polémicas fueron añadiendo misterio a la biografía de un ser excepcional que nació para sufrir, vivió para triunfar y murió para perpetuarse.

Un acróbata ambulante, Louis Alphonse, el padre, y una cantante callejera, Annetta, la madre, negaron a Edith un hogar estable. Ella jamás superó las miserias de una infancia desabrida y lúgubre al cuidado de las abuelas. La materna apenas la soporta. Pero la paterna, 'madame' de un burdel en Normandía, y las prostitutas de la casa se disputan el cariño de la chiquilla y la miman compulsivamente cuando padece una ceguera transitoria y su cuerpo se quiebra.

Los días en el prostíbulo son difíciles pero parecerán entrañables comparados con los que están por llegar. Louis Alphonse la reclama para que le acompañe en su continuo vagabundeo. La obliga a cantar, a pasar la gorra, a trabajar hasta la extenuación. La fatalidad se atenúa cuando conoce a Simone, la hermanastra dulce y paciente que nunca dejará de quererla.

Edith es solo una adolescente cuando comienza una relación con Louis, el padre de su única una hija, Marcelle, fallecida víctima de meningitis a los dos años de edad.

Aniquilada, intenta sobrevivir cantando por las calles de un París que le resulta hostil y despiadado. Va precariamente vestida, es demasiado menuda, su rostro resulta indiferente pero cuando actúa deslumbra a los transeúntes que escuchan su voz vibrante, auténtica, desgarradora. Entre el callejeo grisáceo de los suburbios miserables y el chic dorado de las avenidas, Edith resplandece. Tanto que el conocido empresario Louis Leplée la tutela, la pule y la presenta al mundo como 'La Môme Piaf'.

EDITH INICIA ESTUDIOS DE MÚSICA

Corren buenos tiempos para el 'Gorrión' parisino hasta que Leplée muere en extrañas circunstancias.

Llega el music-hall y, por suerte, la ayuda del letrista Raymond Asso y de la compositora Margueritte Monnot. Nace la gran Edith Piaf patrimonio francés; la voz del pueblo que canta enfundada en un vestido negro 'Mon légionnaire', 'L’accordéoniste', 'Les trois cloches' y 'La vie en rose'.

Francia la adora y Estados Unidos la mitifica. Colecciona triunfos, amistades y amantes. Se codea con los artistas, intelectuales y deportistas más mediáticos. Entre sus múltiples conquistas figuran Yves Montand, Marcel Cerdan -el hombre que amó hasta la extenuación y al que dedicó el tema 'Hymne à l’amour'-, Charles Aznavour, Jacques Pills -su primer marido-, Douglas Davis, Louis Gérardin, Marlon Brando y Georges Moustaki, el amante músico que escribe para ella 'Milord', el tema que la convulsiona en cada actuación.

EDITH y MARCEL

Piaf vive instalada en una noria. Sube con los éxitos artísticos y baja con los desengaños amorosos, los accidentes de tráfico, las operaciones quirúrgicas y las curas de desintoxicación. Al dolor anímico se añade el físico y la adicción a la morfina y las píldoras. Parece una anciana a punto de apagarse. Pero se levantará nuevamente y volverá a la cima con 'Non, je ne regrette rien', la obra maestra de Charles Dumont, y el amor de Théo Sarapo, un cantante novel casi treinta años menor que la estrella, su último marido y compañero artístico.

YVES MONTAND y EDITH

Películas, obras de teatro, libros y artículos han narrado la existencia de Edith Piaf. Para saber quién fue basta escucharla. Lo evidente flota en 'La belle histoire d’amour', 'La foule', 'Mon Dieu', 'Padam-Padam', 'Mon manège à moi' o 'Le droit d’aimer', las canciones monumentales.

PIAF SE DIFUMINA, PERO RESISTE

Lo secreto se oculta en 'Le petit monsieur triste', 'Johnny, tu n’es pas un ange' o 'N’y vas pas Manuel', las más pequeñas, como Edith.

EDITH PIAF
EN TODO SU ESPLENDOR

El texto de este artículo fue publicado por MARIAN PIDAL en 'El Comercio', periódico de España.
 
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viernes, 27 de mayo de 2022

BIOGRAFÍAS: AUDREY HEPBURN, UN ÁNGEL REAL.

AUDREY HEPBURN,
UN ÁNGEL EN LA TIERRA
 

 
MARIAN PIDAL






NOTA INFORMATIVA: Al leer este artículo téngase en cuenta que fue editado en el año 2013. Muchas gracias.



'EL ESPÍRITU DE AUDREY HEPBURN'


AUDREY HEPBURN


Junto a la sede del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, se descubrió en 2002 la estatua diseñada por John Kennedy conocida como 'El espíritu de Audrey'. El monumento recuerda la vocación humanitaria de la actriz Audrey Hepburn, el ángel que pasó por Hollywood.
 
Entre 1988 y 1993, año de su fallecimiento, Audrey trabajó activamente en favor de la erradicación de la desnutrición y el analfabetismo en África, América y Asia.


A los veinte años de su muerte, su imagen permanece intacta. Periódicamente, encabeza listados de belleza; aparece como reclamo publicitario de diferentes productos, y las prendas y objetos que utilizó en sus películas salen a subasta. El magnetismo de Audrey parece eterno. Tan discreta y sencilla, nunca lo hubiera creído porque la única persona que no la consideró hermosa ni la admiró como una intérprete con talento fue ella misma.


 

Audrey Hepburn nació en Bélgica, en un hogar acomodado y aristocrático. El nido -dominado por Ella Van Heemstra, la baronesa madre- se regía por una disciplina estricta. Joseph Ruston, el padre, era un dandy aprisionado en una familia incompatible con su carácter aventurero y filonazi.
 
La huida llegó en 1935. Madre e hija, tras el abandono paterno, se establecen en Holanda. Allí sufrirán los desastres de la Guerra y el desbaratamiento de todos los proyectos imaginados. El hambre devastará los países implicados en el conflicto y moldeará el carácter y la fisonomía de quien llegará a ser el icono de la elegancia del siglo XX.
 

Hepburn, físicamente frágil, poseía determinación para culminar sus propósitos. Quiso ser bailarina profesional y estudió ballet en Gran Bretaña. Sus profesores determinaron que no sería una 'prima ballerina'. La revista fue entonces el sucedáneo que le permitió danzar.
 
Era extraordinariamente fotogénica. Con unos ojos que traspasaban la pantalla y una sonrisa capaz de derretir un iceberg, probó suerte en el cine.
 
 
 
En 1951, su aparición fugaz en 'Oro en barras', junto a Alec Guinness, y la interpretación en 'Monte Carlo Baby' anuncian grandes triunfos.
 
Guapa y carismática, ya sabe que también debe demostrar aptitudes. Colette le ofrece el papel de Gigi en una producción musical de Broadway. Acepta y lo borda.
 
El reconocimiento definitivo, incluido el Oscar, llegará con 'Vacaciones en Roma', al lado de Wyler y Peck.

 

 

En los cincuenta, 'Sabrina', 'Ariane', 'Historia de una monja' y 'Una cara con ángel' hacen de Audrey un mito. Su carrera, dicen, ha tocado techo. No; aún faltaba la película que la haría inmortal y que brindaría su perfil más esplendoroso: 'Desayuno con diamantes'. Desde entonces, todas las generaciones la adoran. Sus vestidos, sombreros, tiaras, moños, gafas, pañuelos, zapatos y boquillas siguen marcando tendencia.
 
Hoy, en alguna parte, alguien quiere ser la 'nueva Nefertiti' de la portada de 'Vogue' o la 'Victoria de Samotracia' de 'Una cara con ángel'.

 
 
 
 
 

La filmografía de Hepburn acumula cintas magníficas: 'Charada', 'Encuentro en París', 'My Fair Lady', 'Cómo robar un millón y ...', 'Dos en la carretera', 'Sola en la oscuridad', 'Robin y Marian', 'Todos rieron'.
 
 
Audrey agradecía emotiva y sinceramente los homenajes que recibía. Sin el recuerdo de sus compañeros, cualquiera le parecía injusto.
 
Su paso por el cine no sería el mismo sin las historias de Capote, Trumbo y Shaw; la dirección de Wyler, Wilder, Edwards, Donen, Cuckor y Vidor; las réplicas de Peck, Grant, Cooper, Astaire, Bogart, Holden, Harrison, Finney, Gazzara, Peppard y Connery; las melodías de Mancini, Barry, Gershwin, Auric y Rota, y los espectaculares diseños de Givenchy, Head y Beaton.

 
 

Nadie osó anteponer un artículo a su apellido; nunca fue La Hepburn. Ha sido y será para siempre Sabrina, Anne, Reggie, Natasha, Ariane, Eliza, Marian y Holly; especialmente Holly Golyghtly, el diamante perfecto.

 
'AUDREY, ÚNICA'

GALERÍA FOTOGRÁFICA

EL MERECIDO OSCAR
 
 
CON MEL FERRER y EL HIJO DE AMBOS
 
 
INMERSA EN LABORES HUMANITARIAS
 
 
CUÁNTA TERNURA
 
 
LA ELEGANCIA
 
 
'HISTORIA DE UNA MONJA'
 
 
UNA DAMA
 
 
DE PELUQUERÍA
 
 
AUDREY NIÑA
 
 
HEPBURN BAILARINA
 
 
DIVIRTIÉNDOSE
 
 
MIMETISMO
 
 
'DESAYUNO CON DIAMANTES'
 
 
'¿CÓMO ROBAR UN MILLÓN Y...?'



El texto que acompaña a este artículo fue publicado por MARIAN PIDAL en el periódico 'El Comercio', de España.
 
 
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