EDITH PIAF,
ETERNA
MARIAN PIDAL
'EDITH PIAF, EL GORRIÓN DE BELLEVILLE'
EDITH PIAF
La vida de Edith Giovanna Gassion, universalmente conocida como Edith
Piaf, es enigmática incluso muchos años después de su desaparición.
Según la
placa que luce en un muro de la calle Belleville de París, Edith nació en la
escalera del portal número 72 un 19 de diciembre de 1915. Algunos testigos
refutaron el dato asegurando que vio la luz en el Hospital Tenon, cerca de la
humilde casa familiar.
EDITH NIÑA
Sobre su muerte se barajan dos fechas que ni Danielle Bonel, su secretaria,
ni Théo Sarapo, entonces su marido, quisieron aclarar. Puede que muriese el 10
de octubre de 1963 en Plascassier; que Théo metiera clandestinamente el
minúsculo cadáver en un coche y que condujera hasta París para dar como data
oficial del deceso el 11 de octubre; por cierto, el mismo día en que murió Jean
Cocteau, uno de los mejores amigos de Edith.
EDITH PIAF
Dudas, controversias y polémicas
fueron añadiendo misterio a la biografía de un ser excepcional que nació para
sufrir, vivió para triunfar y murió para perpetuarse.
Un acróbata ambulante, Louis Alphonse, el padre, y una cantante
callejera, Annetta, la madre, negaron a Edith un hogar estable. Ella jamás
superó las miserias de una infancia desabrida y lúgubre al cuidado de las
abuelas. La materna apenas la soporta. Pero la paterna, 'madame' de un burdel
en Normandía, y las prostitutas de la casa se disputan el cariño de la
chiquilla y la miman compulsivamente cuando padece una ceguera transitoria y su
cuerpo se quiebra.
Los días en el prostíbulo son difíciles pero parecerán entrañables
comparados con los que están por llegar. Louis Alphonse la reclama para que le
acompañe en su continuo vagabundeo. La obliga a cantar, a pasar la gorra, a
trabajar hasta la extenuación. La fatalidad se atenúa cuando conoce a Simone, la
hermanastra dulce y paciente que nunca dejará de quererla.
Edith es solo una adolescente cuando comienza una relación con Louis,
el padre de su única una hija, Marcelle, fallecida víctima de meningitis a los dos
años de edad.
Aniquilada, intenta sobrevivir cantando por las calles de un París
que le resulta hostil y despiadado. Va precariamente vestida, es demasiado menuda,
su rostro resulta indiferente pero cuando actúa deslumbra a los transeúntes que
escuchan su voz vibrante, auténtica, desgarradora. Entre el callejeo grisáceo
de los suburbios miserables y el chic dorado de las avenidas, Edith resplandece.
Tanto que el conocido empresario Louis Leplée la tutela, la pule y la presenta
al mundo como 'La Môme Piaf'.
EDITH INICIA ESTUDIOS DE MÚSICA
Corren buenos tiempos para el 'Gorrión' parisino hasta que Leplée
muere en extrañas circunstancias.
Llega el music-hall y, por suerte, la ayuda del
letrista Raymond Asso y de la compositora Margueritte Monnot. Nace la gran
Edith Piaf patrimonio francés; la voz del pueblo que canta enfundada en un
vestido negro 'Mon légionnaire', 'L’accordéoniste', 'Les trois cloches' y 'La
vie en rose'.
Francia la adora y Estados Unidos la mitifica. Colecciona triunfos,
amistades y amantes. Se codea con los artistas, intelectuales y deportistas más
mediáticos. Entre sus múltiples conquistas figuran Yves Montand, Marcel Cerdan
-el hombre que amó hasta la extenuación y al que dedicó el tema 'Hymne à l’amour'-,
Charles Aznavour, Jacques Pills -su primer marido-, Douglas Davis, Louis
Gérardin, Marlon Brando y Georges Moustaki, el amante músico que escribe para
ella 'Milord', el tema que la convulsiona en cada actuación.
EDITH y MARCEL
Piaf vive instalada en una noria. Sube con los éxitos artísticos y
baja con los desengaños amorosos, los accidentes de tráfico, las operaciones
quirúrgicas y las curas de desintoxicación. Al dolor anímico se añade el físico
y la adicción a la morfina y las píldoras. Parece una anciana a punto de
apagarse. Pero se levantará nuevamente y volverá a la cima con 'Non, je ne
regrette rien', la obra maestra de Charles Dumont, y el amor de Théo Sarapo, un
cantante novel casi treinta años menor que la estrella, su último marido y compañero
artístico.
YVES MONTAND y EDITH
Películas,
obras de teatro, libros y artículos han narrado la existencia de Edith Piaf. Para
saber quién fue basta escucharla. Lo evidente flota en 'La belle histoire
d’amour', 'La foule', 'Mon Dieu', 'Padam-Padam', 'Mon manège à moi' o 'Le droit
d’aimer', las canciones monumentales.
PIAF SE DIFUMINA, PERO RESISTE
Lo secreto se oculta en 'Le petit monsieur
triste', 'Johnny, tu n’es pas un ange' o 'N’y vas pas Manuel', las más
pequeñas, como Edith.
EDITH PIAF
EN TODO SU ESPLENDOR
El texto de este artículo fue publicado por MARIAN PIDAL en 'El Comercio', periódico de España.
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