MARIAN PIDAL

CUATRO CHICAS DORADAS
Momentos Estelares
de
'Las chicas de oro'
En diciembre de 2013 recibí el encargo de escribir un tema relacionado con las Navidades. Hacía solo unas semanas que había estado revisitando algunos episodios de 'Las chicas de oro', una de mis series televisivas favoritas. Entonces, comprobé que la frescura de los guiones seguía intacta; el montaje, superlativo; la canción de la cabecera, impecable, y, sobre todo, que las maravillosas chicas doradas eran un lujo interpretativo con el que soñaron y seguirán soñando todas las productoras del mundo. Estos pensamientos me llevaron a escribir el artículo que os dejo a continuación:
'ETERNA Y DORADA NAVIDAD'
Estados Unidos domina el lenguaje
televisivo. Las cadenas más poderosas estrujan al límite los cerebros de guionistas
que sobreviven a una búsqueda incesante de la serie que destroce los índices de
audiencia. Las productoras muestran la cara y cruz de la vida en cualquier
parte: en el salvaje Oeste; los fondos marinos; los barrios marginales o la
barra de un bar impersonal. El espacio no es problema y el tiempo, menos. ¿Por
qué renunciar al pasado? La América esclavista siempre dio juego y el futuro alienígena
de universos paralelos, seduce.
Las encuestas apuntan que los televidentes
adultos optan por los dramas de intriga, acción y crudeza. Los vientos son
propicios para 'The Wire', 'Boardwalk Empire' y los 'CSI'. Sí, antes también
existían personajes que chapoteaban en el fango pero en 'Colombo', 'Canción
triste de Hill Street' o 'Corrupción en Miami' se ponían límites a la crueldad
y el terror para no dinamitar el producto.
Las comedias de carácter familiar tienen
menos tirón pero aglutinan un público fiel mimado por los ejecutivos. Con la renovación
lógica, 'Friends' y 'Dos hombres y medio' han recogido el testigo de 'Embrujada' y 'El show de Bill Cosby'. Independientemente de su repercusión, muy
pocas series resisten el paso del tiempo sin apolillarse. La mayoría acaba por
desteñirse o caducar. Por suerte, hay excepciones memorables como 'Las chicas
de oro'.
En 1985, la NBC lanzó el episodio piloto de
una 'sitcom' que permanecería 7 años en antena removiendo los cimientos de la televisión
mundial. El proyecto era audaz ya que se centraba en las peripecias de cuatro
mujeres maduras que compartían casa. Existía el riesgo de atraer a un sector de
público reducido. Ni mucho menos. El impacto fue tan arrollador que decenas de
millones de estadounidenses devoraron una vez por semana el episodio de turno.
'Las chicas de oro' arrasó encadenando
genialidades. Susan Harris, su creadora, reunió un equipo excepcional
especializado en diálogos agudos y desternillantes.
La cabecera necesitaba una
sintonía pegadiza que enganchase al espectador desde las primeras notas. 'Thank
You For Being A Friend', compuesta por Andrew Gold e interpretada por Cynthia
Fee, acertó de pleno. Pero la piedra angular de la serie fue el cuarteto de
actrices elegidas para los papeles principales. La interpretación fue
sencillamente colosal. Procedentes del teatro, Rue McClanahan, Betty White,
Beatrice Arthur y Estelle Getty deslumbraron en los papeles de Blanche, Rose,
Dorothy y Sophia, respectivamente.
Devereaux, dueña de la casa en la que
se desarrolla la trama, era vivaracha y estaba poseída por el síndrome de Peter
Pan. Viuda y madre, sureña desubicada, vivía obsesionada con el coqueteo y el
sexo. Rose Nylund, también viuda y madre, se crió en una comunidad noruega de
Minnesota. Las historias que continuamente relataba rozaban el surrealismo y la
situaban entre la simplicidad y el altruismo. Dorothy Zbornak, juiciosa y
culta, era hija de inmigrantes italianos. Vivió en Brooklyn cuidando a sus hijos
y soportando las infidelidades de un marido que la abandonaría por una mujer más
joven. Sophia Petrillo, madre de Dorothy, era mordaz, irreverente y
quisquillosa hasta la descortesía.
La NBC contrató además secundarios populares como
Sheree North, una hermana de Blanche; Harold Gould, novio de Rose; Herb
Edelman, exmarido de Dorothy, y Sid Melton, difunto esposo de Sophia. Entre los
cameos figuraron George Clooney, Bob Hope, Leslie Nielsen y Quentin Tarantino,
entre otros.
'Las chicas de oro' no fue una comedia de
situación al uso. Los textos trataban temas comprometidos como el adulterio;
las uniones entre mujeres mayores y hombres jóvenes; las parejas mixtas. Sin
careta, abordaron el racismo; la homosexualidad; el maltrato en los asilos; el
sida; los trasplantes de órganos y la fecundación in vitro. Incluso, lanzaron puyas
contra el entonces presidente Ronald Reagan. Mucha valentía para la época.
Continuamente, las chicas se enzarzaban en
debates que concluían en la cocina, entre
bocados de dulces irresistibles. Parecían una familia reunida por Navidad, la
época en la que se descubre lo peor y lo mejor de cada uno, las discusiones son
estériles y los reproches se difuminan. Por eso cada episodio parece un eterno y dorado cuento de Pascua. Blanche, Rose, Dorothy y Sophia vivieron dos navidades televisivas. En la segunda temporada grabaron 'Una pesadilla antes de Navidad' y en la quinta, 'Que tengas una Feliz Navidad'. En ambos casos, se funden las virtudes que hicieron de 'Las chicas de oro' la obra maestra que sigue siendo.
Artículo publicado en 2013 por MARIAN PIDAL en el periódico 'El Comercio', de España.
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